La herencia cultural de nuestros antepasados aborígenes (Costa Rica) (página 2)
La herencia cultural de nuestros antepasados aborígenes
(Costa Rica)
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Sin embargo, la baja Talamanca y las llanuras
del Diquís aun me reservaron sorpresas.
En mis largas estancias dentro de los bosques
tropicales, topé con los vestigios de civilizaciones
que nos antecedieron en la historia, y
con grupos
étnicos que aun preservan sus usanzas y hábitos
ancestrales.
En todas las tribus con las que pude convivir,
encontré gentes sencillas, pacíficas,
saludables y sin secretos. Albaceas de una gran
sabiduría y tradición. Gentes consubstanciadas
con las selvas tropicales de nuestro país, a tal punto
que cuando arrasamos los bosques, destruimos también
su forma de vida y su cultura.
Entre ellos volví a escuchar las
historias de magia y selva, cantadas esta vez por chamanes.
Me dejé hechizar por las leyendas
del poder de
sus ancestros, quienes derritieron la piedra con aguas
mágicas para trabajarla cual si fuera
barro.
Cuentos de guerreros brujos que reducían las
cabezas de sus víctimas de guerra al
tamaño de un puño.
Relatos de como el Usekör (supremo chaman) se
transforma aun en jaguar para defender a su
pueblo.
Poemas de los encantadores de las ranas que
desbordan los ríos para espantar a sus enemigos
blancos.
Ellos me revelaron como Sibö creó el
mundo, de que forma Surá (contraparte de Sibö)
fabrica, desde el amanecer del tiempo,
las almas en el reino subterráneo, paraíso
soterrado donde regresará el indio después de
su muerte.
Me hablaron del laberíntico lenguaje
de las piedras (petroglifos), escritura
viva que confiesa los misterios de las selvas,
señalando los senderos secretos por donde sólo
sabe caminar el corazón del
indio…
Impresionado por sus complejas tradiciones y
deseando comprenderlas, cambié mis libros de
Hesse, Kafka, Goethe o Kierkegaard, por los estudios
amerindios de Bozzoli, Ferrero, Lothrop, Stone, Jara y
demás expertos consagrados al estudio de nuestras
culturas autóctonas pasadas y
presentes.
No soy un erudito, ni mucho menos un profesional de
la antropología, soy tan solo un viajero
autodidacta, un artesano de las letras, preocupado por el
menosprecio y la miopía, que tenemos gran parte de los
hombres y mujeres civilizados, hacia nuestras raíces
aborígenes.
Convencido además de que no hemos aquilatado
la verdadera estatura cultural y tecnológica de
nuestras naciones amerindias, decidí escribir dos
libros sobre el tema: "Esferas de piedra en Costa Rica"
cuya primera edición salió a la luz
pública a en el año 2004, y "Raza de Chamanes",
que continua inédito.
El propósito elemental de estas obras es el
de impulsar un mejor grado de respeto
hacia el antiguo y sabio legado, que hemos recibido de los
pobladores originales de estas tierras. Por eso he difundido
mis obras, de manera gratuita en el sitio Web:
www.sibowak.com
Todos tenemos la responsabilidad de resguardar el patrimonio
cultural, que de gracia hemos recibido. Esta invaluable
herencia, no
está constituida por rarezas museológicas de
colección, ni por ruinas, piedras mudas o historias
muertas. Su estudio y conservación ya ha ayudado al
animal urbano a comprender mejor, (como lo comprendieron los
sabios amerindios) la frágil red que interrelaciona a
todos los seres vivos del planeta.
El estudio de vestigios arqueológicos y su
conservación sostenida, continúa inspirando a
muchos arquitectos, ingenieros, biólogos,
matemáticos, físicos, astrónomos, etc. a
mejorar sus modelos,
(paradigmas) para una aplicación
más integral en el desarrollo
y vida del ciudadano contemporáneo.
Por eso cuando se trata de esferas de piedra, cuya
investigación y comprensión
está apenas en curso, me alarma el acelerado deterioro
que sufren estas reliquias monumentales, localizadas en
diversos puntos del país, y considerando que cada
pieza es única en su particular creación, mi
angustia se dilata ante la inminente pérdida de
valiosa información.
Por fortuna, la ambición ignorante ya no
dinamita esferas prehispánicas o las quiebra a
golpe de mazo para extraerles los míticos tesoros que
las leyendas populares ubicaron en su núcleo. Sin
embargo otros males amenazan con extinguir este valioso
legado…
La esfera de granito más grande del mundo,
concebida por aborígenes del pasado, se desintegra
inexorablemente, sin que nadie haga nada al respecto. Desde
1976 he visitado este monumento, ubicado en las estribaciones
de la Fila Grisera, Palmar Sur, Finca El Silencio. Lo que vi
en mayo del 2007, me entristeció. De la inmensa esfera
solo queda un peñasco amorfo. Varios factores
confabulan en esta penosa decadencia:
La pérdida de su primitiva capa de pulimento,
aceleró su vulnerabilidad a los bruscos cambios de
temperatura, estos desencadenaron la
exfoliación del granito. Invasión de micro
organismos. Vandalismo ignaro y despiadado. Inclusive he
visto turistas arrancar fragmentos de la esfera para
llevarlos como "souvenir".
En el pequeño parque municipal de San Bito de
Coto Brus, se exhiben dos de las esferas más antiguas
registradas. Allí fui testigo de uno de los tantos
latrocinios en contra de nuestro patrimonio, perpetrados
más por ignorancia que por mala voluntad… Luego
de pintar de azul los escaños del parque, los
trabajadores decidieron limpiar sus brochas con agresivos
solventes… ¡en el lomo de la esfera!
Actos como este, desgraciadamente comunes, me
impulsaron a escribir este libro y
difundirlo de manera gratuita.
Frente a la casa cural de Villa Nelly hay dos
esferas prehispánicas. Cada vez que pintan la
residencia del clérigo, los monumentos corren la misma
suerte. Sobra mencionar el efecto nocivo de semejante
sobredosis de químicos industriales sobre el granito
de estas antiguas esculturas.
(fotografía de Rovert Evans)
La Finca Victoria, en Palmar Sur, detenta una
impresionante colección de esferas. Actualmente
están invadidas por micro organismos. A tal grado que
es fácil desprender fragmentos de piedra. En el 2004,
me enteré que El Centro de Biología Celular y Molecular,
había lanzado el proyecto
"Evaluación del biodeterioro de las
esferas de piedra del Valle del Diquís". Pero en mi
visita a la zona en 2007, constaté que el deterioro
continúa su avance.
(fotografía de Rovert Evans)
Por otro lado, los monumentos esféricos
removidos de su contexto original, por empresas
privadas o bien particulares, presentan daños graves.
Dentro de las mallas metálicas de AGROMEC, en
la Uruca, un tractor desprendió un trozo del
monumento, este fue reparado de manera burda con cemento de
construcción, además su lomo
presenta vandalismo: una inmensa carita feliz, rallada con
algún objeto metálico.
La empresa
MATRA, en Santa Ana, posee tres esferas monumentales, en
ellas pude observar las profundas cicatrices producidas por
los constantes traslados a que han sido sometidas estas
reliquias patrimoniales. Movilizaciones dadas sin respeto ni
cuidado alguno.
Cuanto agradeceríamos los costarricense que
estas compañías privadas permitieran la
repatriación de "sus" esferas, al Delta del
Diquís.
Que pensaran como don Alonso Jiménez
quien por más de 25 años exhibió 6 de
estos monumentos en sus jardines. Ante la petición del
Museo Nacional, no dudó en devolver 3 de ellas
diciendo: "Quienes tenemos esferas precolombinas debemos
reconocer que únicamente hemos sido sus cuidadores
temporales… Quedan 3 en mi finca… luego de mi
muerte es mi voluntad que sean regresadas a Osa"
Pocos meses después, don Alonso falleció, sin
embargo su familia no
respetó el noble deseo del anciano.
Los detentadores privados de nuestras reliquias
patrias, tienen un falso concepto de
pertenencia sobre las esferas. Generalmente nos impiden
acercarnos a ellas o tomar fotografías. Nos rechazan
como a extraños pidiendo permiso para usar sus
inodoros. ¡No señores… las esferas de
piedra en Costa Rica, según la ley vigente #
6703, son patrimonio nacional de todos sus ciudadanos! Y
tenemos el derecho
constitucional de disfrutarlas, de tocarlas, admirarlas y
posar junto a ellas si se nos antoja.
(fotografía de Rovert Evans)
El Museo Nacional de Costa Rica, tiene el deber de
velar por la integridad de dicho patrimonio, y la
obligación de recibir y tramitar nuestras denuncias de
abuso, trasiego o deterioro del mismo. Para tal efecto han
puesto en su página oficial: www.museocostarica.go.cr
Un simple formulario en la sección
"Denuncie" con el siguiente
encabezado:
¡Ayude a Conservar el Patrimonio
Cultural!
Si usted ha presenciado una situación en
la que se está produciendo destrucción del
Patrimonio Cultural de Costa Rica o de otro país, o se
ha enterado de ella, colabore denunciándolo al Museo
Nacional.
Su denuncia puede ser anónima o no
serlo.
* Usted puede alertar al museo acerca de
situaciones como: Huaquerismo, construcción de obras,
actividades agrícolas o desastres
naturales que estén alterando el patrimonio
arqueológico de Costa Rica.
* El comercio,
la exportación y el traslado de objetos
precolombinos.
* La importación de bienes
arqueológicos de otros países.
No dudemos en salir a la defensa de nuestro
patrimonio cultural.
Alberto Sibaja Álvarez
Siböwak – http://www.sibowak.com/
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